20 sept 2009

SODOMA Y GOMORRA EN TERMINO CIENTIFICOS

Voy a retomar un artículo que escribí hace tiempo acerca de una de las posibles explicaciones de base científica sobre la destrucción de Sodoma y Gomorra: la explosión nuclear.


Génesis 19
En este pasaje del Antiguo Testamento se nos relata cómo Dios exhorta a Lot, su mujer y sus dos hijas a que abandonen las ciudades de Sodoma y Gomorra para refugiarse en las montañas, huyendo así de la destrucción de las ciudades.


Bien, Sodoma y Gomorra se encontraban (o eso creen los arqueólogos) en una zona cercana al mar Muerto. En los alrededores de éste supuestos emplazamiento se han encontrado, en capas internas de la Tierra, cristales verdes. Éste en principio no parece un dato revelador, pero, ¿si dijéramos que estos mismos cristales verdes, iguales o semejantes atómicamente, se han encontrado en los desiertos del sur de Estados Unidos en los que el ejercito realizó importantes pruebas nucleares?


Es más, se han encontrado también en Mohenjo Daro, ciudad de la India, que, según todos los arqueólogos, sufrió una presencia radioactiva continuada que provoco su destrucción y la de sus habitantes. El origen de esta radiación se describe perfectamente en la obra épica hindú Mahabharata, donde se encuentra un verdadero muestrario de armas de destrucción masiva y nucleares.

Los indios, mucho más efectivos que los judíos, en la descripción de la destrucción de Mohenjo Daro, son mucho más precisos. Teniendo en cuenta que en ambos casos hablamos de una destrucción sobrenatural de ciudades por armas con iguales consecuencias, olvidemos por un momento la historia del Yavhé vengativo de los judíos, para ver cómo describieron el origen de la catástrofe de Mohenjo Daro (sustancialmente igual a la de Sodoma y Gomorra), los antiguos hindúes en el Mahabharata: “Un único proyectil cargado con todo el poder del Universo…

Una columna incandescente de humo y llamas tan brillante como 10.000 soles se elevó en todo su esplendor… era un arma desconocida, un rayo de hierro, un gigantesco mensajero de muerte que redujo a cenizas a una raza entera (…)Los cadáveres estaban tan quemados que eran irreconocibles. Su pelo y uñas cayeron, la cerámica se rompía sin causa aparente y los pájaros se volvieron blancos”


Volviendo al Génesis, éste, en concreto, habla de que la ira de Dios provocó azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra (Génesis 19:24). Sería extraño que el observador moderno no relacionara semejante afirmación con las catástrofes de Hiroshima y Nagasaki o con las pruebas nucleares que todos hemos visto retransmitidas por la televisión.


Sólo dos versículos más allá (Génesis 19:26), el primer libro del Pentateuco relata cómo la mujer de Lot se convirtió en sal al darse la vuelta y contemplar la “masacre divina”. El fenómeno de la salificación, cómo no, puede explicarse perfectamente desde términos científicos, asociándolo a una explosión nuclear. Me explico: el calor del resplandor de una explosión nuclear, como es de sobra conocido, provoca la desintegración de las retinas.

Esto provoca que el calor penetre en el cuerpo, haciendo que se evaporen los líquidos corporales y la consiguiente expulsión, también por los ojos, de las sales del cuerpo, quedando éste irremediablemente convertido en una cuerpo “polvoriento”


Esta teoría explicaría de igual manera otro de los enigmas de la ciencia moderna: el Mar Muerto. Éste podría deberse, casi con toda posibilidad, a una gran explosión nuclear (de origen humano o natural, por ejemplo, un asteroide) y una permanente radiación posterior. Radiación perfectamente demostrada por geofísicos en un estudio del subsuelo.


By Pilar F.

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Osvaldo Torres

pastorosvaldotorres@hotmail.com

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